La busca de la firma con Fernando Valenzuela y mis encuentros con ‘El Toro’

ENTRE ALGODONES

Por Rubén Benítez

Corría el año de 1987 cuando mis padres (disculpen que hable en primera persona, pero la situación amerita) hicieron el esfuerzo de llevarnos a Estados Unidos a mis hermanos y a mí, concretamente a Los Ángeles, puesto que ahí tenemos familia, y entre los paseos, era obvio que obligada la visita al Dodger Stadium, donde en un sábado 18 de julio mis tíos y mis padres nos llevaron.

Lo que vi fue algo grandioso al llegar a Dodger Stadium, porque ahí vi un ambiente de verdaderas Grandes Ligas, y lo primero que hice fue comprarme una gorra de Dodgers, obviamente New Era, que solo me costó siete dólares, que en ese tiempo era mucho para nosotros, a pesar de  que el  tipo de cambio peso-dólar, no era mucho como ahora, pero mi padre no quería, pero al final, mi madre Angelina (qepd) me la compró. Yo feliz porque ella me daba todo lo que estaba en sus posibilidades.

Su número 34 fue inolvidable.

Bueno, el caso es que ese día jugaban Dodgers contra Expos de Montreal y pregunté si iba a lanzar Fernando Valenzuela, pero ¡Oh decepción! “El Toro” estaba lastimado y no estaba disponible.

Pero la suerte es que nuestros boletos estaban cerca del jardín izquierdo, justo donde estaba el bullpen de Dodgers que en ese tiempo estaba sobre las rayas de los jardines.

Estaba calentando otro pítcher, que de momento no conocí, pero al lado de él estaba Fernando, y de inmediato quise que me autografiara la gorra, lo cual, no se pudo, porque se fue rápido. Luego supe que el hombre que calentaba era el “Bulldog”, Orel Hershisher.

Orel Hershiher lanzó en mi primera visita a Dodger Stadium.

De ahí en adelante seguí la carrera de Fernando por televisión o por los periódicos, hasta que lo volví a verlo en la Serie del Caribe de 1993 en Mazatlán, y quise buscarlo para que me firmara una pelota “América” que había comprado en una tienda de deportes que en ese tiempo tenía el ex lanzador profesional Carlos “El 7” Carrasco, por la avenida Insurgentes en el puerto.

Pues tampoco logré la firma, pero años más tarde, ya trabajando en los medios de comunicación, lo vi en el 2005 en la final Venados de Mazatlán contra Águilas de Mexicali, ahí lo entrevisté previo a un juego (no recuerdo cuál), y aproveché para contarle la anécdota por conseguir su firma, pero en eso me llama mi amigo Dan, un “gringo” que conocí en el estadio y me pide de favor que le ayude a conseguir la firma de Fernando en ¡Cinco! Tarjetas, las cuales signó con gusto.

Pero al final, se le acercó mucha gente, firmó algunos artículos y se fue ¿Y mi pelota? Bien gracias.

Junto a Hugo Sánchez y Julio César Chávez, Fernando fue de los deportistas mexicanos más destacados de los 80.

Una noche después, Venados ganó el juego y logró el boleto para ir a la Serie del Caribe 2005, la cual conquistó con el que quizás haya sido el mejor equipo mexicano que se presentó en un Clásico Caribeño, y que fue precisamente en Mazatlán bajo el mando de Juan José Pacho, y cuyo gerente deportivo fue mi amigo Alejandro Lizárraga.

Una vez más me quedé abanicando, sin lograr la firma anhelada.

Ya con los años, justo el 11 de noviembre del 2015, volví a ver a Fernando, en una inauguración de una academia de beisbol en Mazatlán, pero esa vez ¡No llevaba pelota! A como pude conseguí una, que era une pelotita infantil “50”, que se usa en ligas pequeñas, y ¡Por fin! Logré la ansiada firma.

De manera amable, Valenzuela firmó a diestra y siniestra pelotas y souvenirs, y aunque para efecto de comerciar el autógrafo no tiene validez por no ser en una pelota no oficial, pero de cualquier manera, conservo el souvenir con la firma, ya que al fin y al cabo no pienso venderla.

Ya, por último, el pasado 1 de septiembre vi a Fernando en la sala de prensa del Chase Field de Arizona, en donde lo saludé junto a Richard Garcés y al paisano nativo de El Roble, Pepe Íñiguez (cronista de Dodgers), y ya lo vi desmejorado, de hecho, esa serie ante Dodgers y Diamondbacks fue la última que cubrió como parte del personal del circuito radial del equipo azul, porque su salud ya no era la mejor.

Fernando le demostró a los “gringos” que los mexicanos somos grandes.

Hoy lo recuerdo como el gran pítcher que puso en nombre en alto el nombre de nuestro de país, y que, en los años 80, le demostró a los “gringos” que los mexicanos no somos cualquier cosa, porque con hambre de hacer todo bien, podemos lograr y superar, pero por mucho, el llamado “Sueño Americano”.

¡Descansa en paz, Toro de Etchohuaquila!

Descansa en paz ¡Toro de Etchohuaquiila!